¡Nos encanta el verano! Nada como relajarnos a la orilla del mar, pasar largos días de lectura en la piscina, o disfrutar del buen tiempo con los amigos en una terraza. Eso sí, debemos ser prudentes con las exposiciones prolongadas al sol y los efectos que pueden provocar: quemaduras, fotodermatitis, aceleración del envejecimiento de la piel o, incluso, fotocarcinogénesis (cáncer de piel). Además, también debemos tener cuidado con otros efectos nocivos de las altas temperaturas, como los golpes de calor.

¿Quieres disfrutar del verano en toda su plenitud? ¡Toma nota de estos consejos!:

  • Durante las horas solares más intensas (entre las 13.00 y las 16.00), procura buscar la sombra y protegerte con gafas de sol, gorra o sombrero y una camiseta. Además, aunque no vayas a tomar directamente el sol, no debes salir de casa sin aplicarte crema solar.
  • El calor y la humedad nos hacen perder líquidos, por lo que durante estos meses debes vigilar especialmente tu nivel de hidratación. Bebe, al menos, dos litros de agua diarios; y compleméntalos con otras opciones saludables, como los tés helados o las bebidas refrescantes de aloe y frutas de Naturae.
  • Para favorecer las digestiones, haz una dieta más ligera y basada en alimentos ricos en agua, vitaminas y minerales. Una magnífica opción es recurrir a las frutas y verduras de temporada para nuestros tentempiés entre horas: sandía, melón, pepino, nectarinas, ciruelas,…
  • En verano no tienes por qué dejar de hacer deporte, pero será especialmente importante que te mantengas hidratado en todo momento (lleva siempre contigo una botella de agua), que practiques preferiblemente ejercicios acuáticos (natación, waterpolo,…) para no elevar en exceso tu temperatura corporal, y que lo hagas en horas adecuadas, evitando los momentos de más calor. ¡Además, no olvides ponerte siempre crema solar! Ten presente que el agua no nos protege de las quemaduras del sol.
  • Evita los tejidos sintéticos y la ropa ajustada: para estar fresquito, nada como el lino o el algodón, ya que permitirán que tu piel transpire mejor.
  • No es que nos hagan falta excusas para echarnos una siesta corta, inferior a 30 minutos, pero hasta los expertos aconsejan hacer una breve parada a mediodía para que nuestro organismo se reponga de los esfuerzos extra que realiza a causa del incremento de las temperaturas.
  • La postura al dormir también puede agudizar o reducir nuestra sensación de calor, ya que si nos colocamos de lado tendremos menos piel en contacto con las sábanas y, por tanto, nos sentiremos más frescos.
  • Conciliar el sueño a temperaturas superiores a 28 grados es una odisea. Para que haya menos sensación de sofoco en casa podemos recurrir al aire acondicionado o al uso de ventiladores, pero ten cuidado con la exposición directa a los mismos, regula su temperatura (no debes bajarlos de 22 grados) y no los dejes encendidos toda la noche.
  • Si te notas especialmente acalorado, date una ducha de agua tibia para atemperarte. Al contrario de lo que puedas pensar, es mejor no hacerlo con agua muy fría, ya que estimularía la activación del cuerpo, generando más calor interno. Y si vas con prisas y no tienes tiempo de una ducha, refréscate mojándote la nuca y las muñecas. ¡Notarás alivio al instante!
  • Para evitar que el calor se “cuele” en casa, cierra las ventanas y mantén las persianas bajadas durante el día. Además, prueba a disminuir las fuentes de calor de tu hogar cuando no las estés usando: las lámparas y los pequeños electrodomésticos pueden incrementar un par de grados la temperatura. Y ten en cuenta que el incremento de la humedad produce más sensación de calor, por lo que debes evitar hervir alimentos o tender ropa dentro de casa, especialmente en las horas de más calor.

¿Nos hemos dejado algún truco en el tintero? ¡Coméntanos los tuyos!

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