En otoño todo se suele hacer un poquito más “pesado” de lo habitual: nos cuesta arrancar por las mañanas, la disminución de las horas de luz hace que nos sintamos menos activos, y las comidas suelen ser más calóricas para ayudarnos a mantener una correcta temperatura corporal.
Cuanto más contundentes sean nuestras comidas, más pesadas serán nuestras digestiones, y es ahí cuando aparece la dispepsia. Se trata de un trastorno digestivo muy frecuente que puede llegar a ser bastante molesto, ya que provoca malestar general, dolor estomacal, náuseas o hinchazón abdominal (la barriga hinchada de toda la vida).
Para evitar pasar un mal trago después de tus comidas, te recomendamos que sigas algunos sencillos consejos que seguro que te ayudan a mejorar tu digestión:
- Regula tu horario de comidas. Por las mañanas todos salimos de casa un poquito acelerados para llegar al trabajo a tiempo, dejar a los niños en el cole o evitar el atasco de turno, y eso hace que muchas veces vayamos con un café en el cuerpo hasta la hora de comer. O al revés: en el trabajo picoteamos algo mientras preparamos una reunión, vamos a toda pastilla a nuestra clase del gimnasio, hacemos la compra… y cuando miramos el reloj son más de las 10 de la noche y aún no hemos cenado.
El cuerpo necesita regularidad en nuestras horas de descanso y de comidas, aunque eso implique parecernos un poco más a nuestros vecinos del norte de Europa: no es necesario que cenemos a las 6 de la tarde, pero sí debemos dejar pasar dos horas antes de irnos a la cama. - Procura comer menos, pero hacer más comidas, lo que supone que, en vez de ingerir 2.000 calorías de una sentada, es mejor dividirlas en 3 o 5 veces (desayuno, media mañana, comida, merienda y cena). De esta forma destinaremos menos energía a hacer la digestión, ganando en vitalidad. ¡Y, además, no llegaremos tan hambrientos a nuestra próxima comida.
- Tómate tu tiempo para comer. En ocasiones, las prisas y el estrés nos hacen dedicar poco tiempo no sólo a preparar nuestro menú diario, sino también a una actividad tan placentera y necesaria como disfrutar de nuestra comida. Si masticamos poco, engullendo los alimentos en lugar de saborearlos, el estómago tiene que hacer un esfuerzo mucho mayor para digerirlos, lo que produce pesadez y cansancio. Además, comer rápido hace que traguemos más aire (generando gases y dolor abdominal) y que ingiramos más calorías, porque la sensación de estar “lleno” tarda más en llegar al cerebro.
- Limita tu consumo de azúcar, ya que ésta sirve de alimento a las bacterias dañinas del estómago, causando hinchazón. Prueba a sustituir los alimentos con más azúcares añadidos, como la bollería industrial, por una pieza de fruta o una onza de chocolate negro (cuanto mayor sea el porcentaje de cacao, menos azúcar contendrá). Son más saludables y, además, te darán más sensación de saciedad.
- Bebe agua: no mantenernos correctamente hidratados favorece el estreñimiento. Además, beber un vaso de agua media hora antes de comer nos ayudará a calmar nuestro apetito.
- Consume alimentos ricos en fibra con frecuencia. Puedes encontrarla de forma natural en alimentos como el brócoli, las espinacas, las manzanas, las ciruelas o la avena.
- Incluye aloe vera en tu plan de comidas. Los productos de aloe vera ayudan a disminuir el número de bacterias dañinas en nuestro estómago. Beber un vaso de jugo de aloe vera por las mañanas o añadir algunos tacos de aloe en las comidas pesadas te ayudará a mejorar tu digestión.
¿Conoces algún truco más para evitar las digestiones pesadas? ¡Cuéntanoslo en los comentarios!